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LOS CASOS DE CORRUCPIÓN MÁS EMBLEMÁTICOS EN 200 AÑOS DE INDEPENDENCIA

  • Foto del escritor: Noctámbulo en Lneaía
    Noctámbulo en Lneaía
  • 22 jul 2021
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: 23 jul 2021


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Por: Christian Nima


Como dice la frase tan común: ¨Un país que no conoce su historia está condenado a repetirla¨ y el Perú es un claro ejemplo en materia de corrupción e impunidad. Por ejemplo, el Congreso de la República, en las últimas 4 décadas, ha investigado más de 200 graves casos de corrupción.


Con los 3 millones de dólares que perdimos en 1979 con una compra sobrevalorada de acciones que hizo el Banco de la Nación a un banco internacional acusado de recibir dinero ilícito o la entrega de más de un millón dólares reconocida por el empresario italiano Sergio Siragusa al expresidente Alan García durante su primer gobierno, los 6 mil millones perdidos de las privatizaciones fujimorista o la bolsa hecha por los traficantes de armas para financiar la reelección de Alberto Fujimori del año 2000.


Ya situándonos un poco más en la actualidad podemos hablar del tan tocado caso Lava Jato que involucra a expresidentes como Alejandro Toledo, Alan García, Ollanta Humala, Pedro Pablo Kuczynski y a otros personajes de nuestra política tales como Keiko Fujimori, Nadine Heredia y la ex alcaldesa de Lima Susana Villarán, el caso los Cuellos Blancos o el mismo caso Vacunagate en medio de la pandemia de la Covid-19 .


Como vemos la historia del Perú no discrimina, gobiernos de izquierda o de derecha, dictaduras o democracia todos han tenido algún escándalo de corrupción. Pero, ¿En qué momento nace este cáncer que viene carcomiendo la política peruana durante sus 200 años de Independencia?


Muchos especialistas han tratado de investigar acerca del origen de la corrupción en nuestro país, quizás el más reconocido es el historiador Alfonso Quiroz quien en su libro ¨Historia de la corrupción en el Perú¨ . Según Quiroz, la corrupción ha sido soslayada a pesar de que es una constante cultural o un legado institucional inevitable. En su estudio se muestra la importancia histórica de la corrupción en el Perú y se la puede rastrear desde la época colonial. Por lo que se concluye que la corrupción se encuentra inserta tanto en las dimensiones económicas como en las dimensiones políticas.


Así, la era colonial nos dejó dos grandes males éticos que lamentablemente perduran hasta hoy. Estos son la transgresión de las normas y el aprovechamiento de los cargos públicos para fines privados. Ahora nuestra República se fundamentó en la discriminación y el privilegio. No se generalizó la ciudadanía ni se igualó a la población frente a la ley. Esas discriminaciones y privilegios se tradujeron también en la perpetuación de la corrupción.


Ya durante la era republicana se han presentado los más grandes casos de corrupción. Estos son el ciclo de guano, el Oncenio de Leguía y los gobierno de Fujimori hasta el de Martín Vizcarra . El guano era propiedad pública y produjo una renta fabulosa equivalente a 80 años de un presupuesto que se evaporó en diversas obras públicas, en primer lugar los ferrocarriles, que costaron una inmensidad y por los cuales se pagaron sobornos monumentales.


El gobierno de Leguía igualmente dispuso de cuantiosos fondos y emprendió un ambicioso programa de obras públicas que fue ocasión para el pago de cuantiosos sobornos al entorno presidencial del gobernante. En ese período se cimentó el hábito de cobrar coimas por obra pública, habiéndose establecido incluso tasas que fluctuaban entre el 10 y el 20% de cada contrato.


Durante los años noventa, el gobierno de Fujimori práctico una forma de corrupción más integral. Por primera vez, el aparato del Estado fue completamente sometido por una mafia cuyo propósito era maximizar ganancias ilegales para permanecer indefinidamente en el poder. Durante este período se contó también con ingresos extraordinarios, en este caso provenientes fundamentalmente de la privatización de las empresas públicas. Ello confirma una regla de la corrupción peruana. Esta es, que en cada ocasión cuando se ha formado un sustantivo tesoro público, un ingreso sustancialmente superior al habitual, en el aparato del Estado se ha formado un grupo que emplea el poder y sus resortes para robar en provecho propio.


De ahí en adelante un monstruo llamado Odebrecht incurrió en actos de corrupción en el país. US$29 millones fueron destinados a autoridades peruanas a cambio de favorecer a la compañía constructora en licitaciones de obras y proyectos de infraestructura entre el 2005 y el 2014, un período que involucra a los gobiernos de los presidentes Alejandro Toledo, Alan García y Ollanta Humala.


Años más tarde, Pedro Pablo Kuczynski sería elegido presidente para el período 2016 - 2021, pero en menos de dos años al mando fue destituido por el Congreso. En su contra pesó una acusación de haber recibido, en su época de ministro, coimas de parte de Odebrecht, para facilitarle la construcción de la polémica carretera Interoceánica. Sí de nuevo volvió a aparecer la empresa Odebrecht para implicar una vez más a otro presidente del Perú en actos de corrupción.


El pasado gobierno de Martín Vizcarra tampoco se salvó de estar implicado en actos de corrupción. Vizcarra “Club de la construcción”. Pues Vizcarra Cornejo había recibido pagos de empresas al caso “Club de la construcción”, que ascienden a S/1 millón de la constructora Obrainsa y S/ 1.2 millones de ICCGSA a cambio de brindarles información y favorecer las licitaciones que obtuvieron por las obras Lomas de Ilo y Hospital de Moquegua, cuando fue gobernador de dicha región.


A lo largo de lo últimos años se han planteado varias medidas para contrarrestar este mal que acecha, al parecer, a cada presidente que pasa por el sillón presidencial. Estamos a pocos días de conmemorar nuestro Bicentenario y queremos cambiar la historia de nuestra política que sigue siendo muy afectada por casos de corrupción. ¿Será esta la oportunidad de poder cambiar la historia del Perú?, quizás sí pero eso dependerá de lo que el próximo gobierno pueda comprometerse a realizar para contrarrestar este mal.


Por eso, quizá después de la lucha anticorrupción solo haya más y más lucha contra la corrupción, pero también la urgencia de enfrentarla de otras maneras, organizadamente y sin depender de las tremendas cortes. Porque el otro lado de la corrupción siempre será la pérdida de derechos sociales, la precarización y la miseria de los que menos tienen. Las lecciones que dejan un presidente o dos o tres en la cárcel, deberían ser el revulsivo que necesitamos para convertir nuestra rabia en acción de aquí en adelante.


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